"SIETE ARTES"

"SIETE ARTES"

martes, 2 de mayo de 2017

CURSOS A DISTANCIA: Aspectos teórico–filosóficos del Siglo XVIII







El Romanticismo es un movimiento artístico, literario y cultural que tuvo su inicio en Inglaterra y Alemania a fines del siglo XVIII, y se extendió a otros países de Europa como España y a América, durante la primera mitad del siglo XIX. Marcó una ruptura con la ideología de la Ilustración y el Neoclasicismo. A partir de 1850 surgiría el Realismo cuando se observa un alejamiento progresivo de las formas de vida y mentalidad románticas. Este curso supone un acercamiento al apartado cultural, literario y filosófico de estos movimientos centrados en sus máximos representantes y obras.



OBJETIVOS
Este curso se ha orientado como un instrumento de primer orden para mejorar la capacidad de análisis y comprensión de los textos escritos. Asimismo servirá para indagar en estos movimientos, el principal objetivo es que el alumno llegue a conocer en profundidad tendencias, generaciones, grupos, etc.
DESTINATARIOS
El curso de Romanticismo y Realismo está enfocado a cualquier persona que desee un acercamiento a los aspectos de generales deL PENSAMIENTO enfocado en estos movimientos y pueda profundizar en sus aspectos más relevantes.
METODOLOGIA
La metodología es la propia de un curso a distancia, en un entorno virtual. El alumno dispondrá de unas claves de acceso para entrar a una plataforma desde la que podrá descargarse los temas y la bibliografía, así como acceder a otras herramientas útiles para su estudio, como foros, mensajería interna, calendario, enlaces, etc. y un servicio de tutorías personalizadas. Al finalizar el estudio el alumno recibirá un certificado de Liceus, avalado por ANCED (Asociación Nacional de Centros de E-learning y Distancia). 


CURSOS DE ARTES A DISTANCIA
LA FILOSO FÍA Y EL PENSAMIENTO: 
El Siglo de las Luces


Sobre las suposiciones y creencias básicas comunes a filósofos pensadores de este periodo, quizá lo más importante fue una fe constante en el poder de la razón humana. La época recibió el impacto intelectual causado por la exposición de la teoría de la gravitación universal de Isaac Newton . Si la humanidad podía resolver las leyes del Universo, las propias leyes de Dios, el camino estaba abierto para descubrir también las leyes que subyacen al conjunto de la naturaleza y la sociedad.

A. Primera parte
Luces y sombras del siglo XVIII

De lo que se trata en la actualidad es deliberar definitivamente a los hombres de cualquier sujeción externa, cualquier trascendentalismo, cualquier figura paterna que por fuera de la propia voluntad imponga condiciones. Cuando hablamos de autonomía que es una de las palabras claves de la ilustración hacemos referencia precisamente a ese viaje de la conciencia, de la voluntad subjetiva por liberarse de las ataduras de los dogmas de la religión. El individuo emerge en el interior de la experiencia ilustrada como el fundamento de una nueva praxis histórica una nueva figura de la acción transformadora.

El pensamiento ilustrado implica un amanecer de conciencia libre, la idea de que el hombre la sociedad la naturaleza son territorios abiertos para esta nueva experiencia, para esta sed de transformación.

El hombre adquiere una nueva universalidad que es otro de los conceptos centrales de la ilustración. La ilustración plantea una homologación entre hombre e igualdad. Una igualdad natural.

El problema básico de lo que podríamos llamar el proyecto ilustrado es no haber podido lograr la correspondencia, el entrecruzamiento entre los dispositivos jurídicos que fundaban este nuevo concepto de libertad humana y el problema estructural de la desigualdad.

Dentro de la misma ilustración hay distintas posiciones, posiciones elitistas posiciones que aceptan la desigualdad, hay posiciones igualitarias, democráticas que se van a enfrentar a la elitistas. Están aquellos que sostienen que todos los hombres aspiran a la igualdad pero no todos pueden llegar a ser ilustrados, están aquellos que defienden la sociedad como vanguardia dirigente de la sociedad, frente a una masa no ilustrada que necesita de estos guías.

Por un lado está el concepto de orden político, un concepto restringido de democracia representativa, y por otro podemos hablar de una democracia de masas  casi aluvional fundada en el concepto de voluntad. Los dos momentos son parte de la tradición ilustrada. En ambos dispositivos esta el elemento ilustrado central, el concepto de individualidad unido al de universalidad. Esto es una paradoja de la ilustración por un lado la idea de la autonomía y la individualidad, la idea de una conciencia que trabaja en el interior sus propias creencias y por otro emerge el concepto de universalidad, la idea de humanidad común que es capaz de construirse por encima de las desigualdades y tiene de enemigos a los particularismos.

Lo que aparece como ideal en el interior de la filosofía ilustrada es la posibilidad de una conjunción entre la autonomía individual y los ideales emancipatorios que involucran a la humanidad fundados en un concepto universal del hombre.

El siglo XVIII frente a la experiencia perturbadora del siglo XVII significó una mirada optimista respecto a la historia. Aparece la concepción de historia como progreso, la idea del progreso es el sustrato, el motor de la historia. El pensamiento ilustrado implica una emancipación de la propia historia y del propio hombre. Para la ilustración la historia está por hacerse el futuro está por concretarse.

La conciencia ilustrada creía que era posible dar cuenta de la realidad, creía que era posible atravesar con las luces de la razón las oscuridades de la naturaleza, explicarlas, dar cuenta de su orden profundo, construir lenguajes que fueran capaces de explicar el movimiento de la naturaleza, de las sociedades, de las conciencias. La ilustración supone una materialidad de lo real y una correspondencia entre el discurso y las cosas, una correspondencia cuyo enlace y justificación tienen en la figura de la razón su momento ejemplar. Es la razón la que despliega sobre el mundo su capacidad intelectiva, de indagación de auscultamiento. La ilustración implica un optimismo de la razón.  Un optimismo de la voluntad pero de una voluntad que sabe que pueda iluminar las oscuridades del mundo a través del entendimiento a través de la razón desplegada como fuerza como mecanismo de transformación.

Hay dos ilustraciones; una profundamente reivindicable de la que carecemos y que tiene que ver con los conceptos de autonomía emancipación, con la relación compleja entre libertad e igualdad, entre orden normativo como ley jurídica e igualdad material. Tiene que ver también con esta apelación a la autoconciencia, a la disponibilidad crítica, al lento trabajo de la autoilustración, la idea de que el hombre es capaz de pensar críticamente al mundo. Y podemos hablar entonces de una ilustración libertaria que funda un concepto e humanidad. Pero también tenemos que hablar de otra ilustración que va desplegando una racionalidad absorbente, cuantificadora que va limitando la exterioridad la naturaleza y supone que el hombre es estructura racional.

El espíritu abierto crítico de la ilustración fue en parte devorado por una nueva forma de la dominación. La ilustración lleva en su seno ciertas contradicciones, tensiones, dialéctica. La ilustración deja a la conciencia armada y al mismo tiempo desamparada. La deja en estado de urgencia pero la ilustración impregno durante dos siglos los movimientos de las ideas los movimientos políticos sociales de la sustantividad de la pasión de la libertad de la utopía.

B. Segunda parte
El romanticismo y la crítica de las ideas



Las palabras construyen historias, al mundo, le dan formas, lo dibujan.  El lenguaje es lo que hace al mundo ser mundo.

El movimiento romántico (fines del siglo xviii y principios del xix) entre otras cosas importantes realza esta problemática: la palabra la poética , el mundo y sus narraciones dadoras de sentido, la vierte sobre esa nueva historia moderna que tomaba cuerpo en ideas modos y métodos, en la búsqueda de la verdad desde la razón ilustrada. El romanticismo también hijo y celebrante de las luces de la ilustración hace reingresar el dilema del mito, en su preocupación por entender y revalidar lo irracional que cobra vida en todo logos racionalizante.

El romanticismo como nueva mirada moderna sobre la historia nace en gran Bretaña y paralelamente en Alemania que será la vertiente que vamos a trabajar. Por detrás de las ideas románticas se mueven los espectros e idearios de una vieja Europa occidental y religiosa. En el amplio gesto romántico aflora una plenitud moderna incuestionable.

El romanticismo percibe las hondas grietas que se abren bajo lógica racional moderna entre hombre y naturaleza. Entre el hombre y una autentica relación con el mundo. Entre el hombre y ese cumulo de sentimientos indecibles que lo constituyen. Lo romántico no es un forzamiento arbitrario de la modernidad e su mundo de ideas. No significa una reacción conservadora y temerosa ante un mundo en caótico cambio de perspectiva, como tampoco significa el mundo real develado solo desde la impronta romántica. El romanticismo desde su mirar trágico poético, desde su desconsuelo frente al dios muerto puebla a la modernidad de la más profunda historiografía humana por hallar respuestas que aun no encontró.

El romanticismo abre las compuertas literarias pero también existenciales de lo que la vida tiene de secreto, de magia.  Es la gran madre proovedora de lo que luego la modernidad ya avanzada dedicara sus mayores esfuerzos de inteligibilidad.

El romanticismo no puede disimular su originaria configuración en sede estética, como hemos visto, aunque luego se despliegue como tipo social, como forma subjetiva que plaga una época. El romántico se siente en un mundo sin alma y desespera por hallarla, por reconquistar una relación con otro sentido, con otras referencias que revitalice lo existencial del mundo y de las relaciones.

Lo romántico (novalis) desde la perspectiva novaliana de engendrar otro tipo de conocimiento de relación con el conocimiento se inscribe en la atmósfera utópica de la ilustración pero desde otras latitudes y herencias. Lo romántico abre el ancho curso para lo que luego fueron las más importantes indagaciones intelectuales modernas podemos hablar de lo romántico como un movimiento estético, filosófico, político, científico. Que nace en los albores de la modernidad.

Para concluir con el romanticismo algunos planteos que expondrá el romanticismo en el campo de las ideas y concepciones modernas:

En primer término una sensibilidad cultural que hace explicita la angustia de la razón como coordenada que discute con aquellos lineamientos que proyectaban la historia moderna reasegurada de antemano por la salud de la razón.

En segundo lugar el posicionamiento de un yo moderno sensible utópico descentrador permanente de lo real, frente a un racionalismo nomenclador científico, clasificatorio de la vida que vaciaba al sujeto de toda problemática relacionada con la tensión racionalidad/irracionalidad

En tercera instancia la recuperación para el hombre de su historia personal y colectiva como tragedia intransferible y de consistencia redencional frente a un iluminismo racionalista que tendía a abstraer lo histórico diferenciador a aplanarlo en la ideología de lo universalizable y sujeto a leyes simplemente necesitadas de ser descubiertas.

En cuarto lugar la conciencia de un alma desconciliada necesitada de ser pensada en su reunificación misión que sobretodo concernía a los lenguajes del saber, nucleadores, agregantes profanos y sagrados frente a la disgregación desagregación y fragmentación de la razón científica secularizada. En quinto termino la reposición del lenguaje poético como vía de conocimiento frente al lenguaje instrumental desustancializado de la comprensión científico técnica.

En sexto lugar la puesta en escena reflexiva y expresiva de los lados oscuros de la razón y de lo particular subjetivo frente a la ambición iluminista de explicarlo transparentarlo universalizarlo y equipararlo todo. En séptima instancia la recuperación de la memoria, del pasado de lo reminiscente como constitutivo del sujeto de la cognición frente a una idea solo situada en la fe en el progreso, la aceleración lineal hacia adelante el arrasamiento de las herencias.


En octavo lugar la emergencia de un yo de comprensión trágica de la condición del hombre rescatada de lo primordial del pensamiento civilizador, frente a un yo racional, cerebral de exclusiva resolución teórica en l interpretación de la realidad y su sujeto.

C. Tercera parte
Karl Marx y Charles Baudelaire, los fantasmas de la modernidad

Tanto Marx como Baudelaire trabajaran la figura del fantasma para radiografiar ese tiempo que habitan a mediados del siglo xix. Siglo que en ese lapso produjo una violenta evolución de las circunstancias históricas, de la modernización de la historia, desde las nuevas referencias del capitalismo industrial. Ambos trataran de dar cuenta de esos primeros cincuenta años de siglo xix donde ahora nos situamos.

Marx en el capital (1848)  teorizará sobre el nacimiento y la circulación del capital, sobre su función como factor en el proceso de los bienes económicos en cuanto a sus formas de producción y circulación. Marx lleva la constitución del sujeto a sus raíces sociales, materiales, económicas culturales. Y ahí desde un nuevo molde materialista, dialectico descifra una resolución para la historia moderna: la disolución del injusto e irracional orden social existente. El pensamiento de Marx invierte la lectura de un mundo donde las ideas aparecían desligadas de los procesos sociales. Marx atraviesa los velos, los fantasmas que imponían una visión falaz de la interpretación histórica. Busca por detrás de lo espectral, en este caso desde lo ideológico. Lo que descifra será otro fantasma, lo oculto, lo sepultado, una historia que vuelve pero contada desde otra forma.

En el manifiesto comunista Marx planteara la escena de la modernidad del siglo xix, pletórica, prometeica. La hará haciendo surgir de viejas historias anteriores, de las luchas pretéritas entre dominantes y dominados. Para exponer aquel presente radiante en términos de la modernidad. En la magistral pluma de Marx se precipita la tragedia también.  Su escritura como exposición de una subjetividad moderna del xix que navega entre la conciencia del desastre y la utopía del cambio de la historia.

En el texto de Marx surge un fantasma que sus palabras no dicen nunca, que nos diría ese fantasma? Que la única revolución moderna fue y es la burguesa, ninguna otra ni antes ni después. El manifiesto comunista es la constatación suprema de que hablando de revolución no habría más revolución que la que Marx ya da como acontecida, la burguesa. Marx se fantasmagoriza en nuestra propia y extensa biografía moderna. No le estaría hablando a sus contemporáneos, sino que en este caso parecería volver de un pasado, hacerse presente equivocadamente para decirnos que el ya no es esa revolución hacia el futuro. Hoy es parte de la tradición moderna como escritura incomparable en su pensamiento. 

Hoy el es su propio fantasma, es la inmensa significación que retiene y sobrevuela la actual y quizás marchita modernidad occidental para seguir anticipándonos su s finales. En el manifiesto Marx alcanza el mayor clima descriptivo de esa modernidad desorbitada de futuro y promesa para decirnos “toda la sociedad burguesa moderna que ha hecho surgir como por encanto tan potentes medios de produ y de cambio se asemeja al mago que ya no es capaz de dominar las potencias infernales que ha desencadenado con sus conjuros”.

Marx, fantasma de sí mismo hoy contiene todavía el secreto del final de una historia pensada desde un fondo teológico manifiesta. La clase obrera debía llegar para salvar la modernidad, la historia el fin de los sentidos, un progreso civilizatorio tendido a la nada.

Baudelaire: el primer poeta de la estirpe de los vates malditos que reconoce la modernidad estética. Un agudo y fecundo pensador de su propio oficio en aquella encrucijada de la cultura decimonónica. Baudelaire en un texto se interrogara sobre el sujeto de su tiempo y las circunstancias que lo rodean. Baudelaire también tendrá sus sueños y visiones de fantasmas poblando su imaginación creadora. Baudelaire trabajara desde sus mascaras y con las mascaras de lo moderno. A diferencia de Marx lo que Baudelaire vive espiritualmente son solo las flores del mal de ese tiempo de hipocresía y desilusión burguesa pero sin ningún tipo de ilusión redencional de la historia. Más bien su posición enfrenta ese progreso devastador del alma que plantea la modernidad y el auge del positivismo científico que proclama ser el único camino para aquel orden y progreso capitalista.

Baudelaire elige la poesía la bohemia los prostíbulos las pensiones de mala muerte donde nunca le alcanza para pagar el alquiler. Pero también aspira a la consagración, al buen gusto, a los salones. En Baudelaire encontramos una subjetividad esbozada de maquillajes. Hay un ansia de otredad de escapar de sí mismo. De reencontrar otros espejos en el torbellino de la modernidad contra aquello que siente una mecánica repetición de lo siempre nuevo que concluye siendo lo nuevo siempre igual. Baudelaire se mueve en coordenadas contrapuestas, el bien y el mal. En las que siempre surge la figura del espectro, lo fantasmal. Lo que estaba oculto en el tiempo. El fantasma habita en las cosas que tocamos, que sentimos y miramos.

Tanto Baudelaire como Marx esgrimieron el recurso de lo espectral para detallar aspectos de una época pleno corazón del siglo xix. Para Baudelaire el fantasma es aquella criatura que reinicia el tiempo y nos vuelve al tiempo de envejecer, del añorar, del tedio. Para Marx el fantasma, el comunismo es aquello que interrumpe un tiempo, el del sueño eterno de la dominación capitalista y mesiánicamente arriba con otra historia que deja atrás. Para Baudelaire el fantasma proviene del fondo de la conciencia, ese territorio íntimo descuajado esa subjetividad moderna desarticulada. Para Karl Marx el fantasma proviene del fondo de la historia de una indetenible lucha entre justos e injusto, explotadores y explotados. Para Baudelaire el fantasma expone la pesadilla de la historia frente a la cual no hay escapatoria son es a través de una mirada poética que funde belleza y muerte en un combate arrasado.

El fantasma expone para Marx la historia como una pesadilla necesaria de dejar definitivamente atrás con un último asalto al poder que extermine las diferencias entre los hombres. Para Baudelaire el fantasma es el mal cobijado en las entrañas del bien. Es lo atroz que anida en el supremo don: la vida. Para Marx el fantasma es el bien refugiado en los pliegues del mal.  Pero para ambos lo fantasmal es el reino en este mundo, permite quebrar las falsas representaciones, abalanzar el pasado y el futuro sobre el presente, romper con las apariencias.







Valor: 300$
Descuento para estudiantes y egresados de la UNLP

Más información en nuestras vías de contacto.
Conocé toda la oferta en Formación a Distancia que ofrece SIETE ARTES a través de los Workshops a Distancia 2017, accediendo a través del siguiente link:

http://sieteartescursos.blogspot.com.ar/
mail: cursos7artes@hotmail.com
whatsapp: 221-5669558

No hay comentarios:

Publicar un comentario