El MURO DE ESCRITORES del ESPACIO CULTURAL SIETE ARTES es un lugar de expresión, comunicación, creación e imaginación dedicado a los alumnos de nuestros cursos y todo aquel artista, escritor o inspirado que quiera compartir su punto de vista a través de la palabra escrita, rescatando la modalidad libre y el espíritu crítico que caracterizaba a los antiguos grafitos.
Atrévete a escribir la historia que quieras contar y envía tus obras a nuestro espacio: cuentos, relatos, ensayos, crónicas, reflexiones. Evaluamos tu texto y lo publicamos. Expresá tus emociones y colgá tu obra en este muro para que todos puedan apreciarla. Ayúdanos a fabricar un gran relato que sea reflejo de nuestra historia.
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Le gustaba la primavera, le gustaba ver como el sol iluminaba las plantas. Por eso todos los días que volvía del colegio se paraba en la casa de Doña Rosa y veía el gran árbol de Lapacho que tenía en la puerta.
No sabía
que era, pero había algo en ese lapacho que la dejaba asombrada. Será su
altura, su color? Sera que le recuerda su juventud o que está cerca de su hogar?
El
recorrido al colegio era siempre el mismo, 3 cuadras por la calle Belgrano. Las
casas que habitaban las calles eran antiguas. Puertas y ventanas grandes. Sabía
que estaba cerca del colegio cuando veía en la esquina de Belgrano y
Monteagudo, el almacén de Julio. Y sabia que se acercaba a su hogar cuando veía
a su amigo Lapacho, ahí en su esquina, esperándola colorido.
Doña
Rosa sabia que ella pasaba todos los días por ahí, así que a veces salía a la
puerta y la saludaba. Julio también era su amigo, por eso a veces le regalaba
un paquete de galletitas para que se lleve al colegio.
Era
un pueblo tranquilo Vendaval, de esos que se conocen todos los vecinos. Allí en
la calle Belgrano, se encontraba la plaza, alrededor de esta, estaba la iglesia
y la municipalidad. Muchas
veces salían del colegio y se quedaban hablando en la plaza o comiendo algo con
sus amigos. No importaba a qué hora o si era de día o de noche, siempre pasaba
a saludar a su amigo lapacho.
Su
padre tenía una ferretería, su madre era ama de casa. No tenía hermanos, por
eso consideraba a sus amigos como si fueran de su sangre. Su familia tenía una
vida modesta, tranquila. Los domingos paseaban por la laguna o en algunas
ocasiones visitaban parientes en pueblos aledaños.
Pero
por los días de primavera había algo que la preocupaba. Pronto terminaría el
colegio y no sabía qué hacer. Podía trabajar con su padre u en otro lado, o podía
irse a estudiar a Buenos Aires. Paso
muchos días pensando, hablando con su amigo lapacho. Lo que más le preocupaba
era, si tomaba la decisión de partir, dejarlo. Concluyo que en Buenos Aires
podía estudiar acerca de lo que tanto amaba, los arboles, y así aprender más
sobre su amigo.
La
escuela termino y el momento de partir llego. Se despidió de su amigo, lo abrazo
muy fuerte. Con una leve sensación de que quizás no lo vería mas.
10
años han pasado, otra vez es primavera. Y aquí estoy sentada a los pies de mi amigo,
escribiendo estas palabras. En
la casa de doña Rosa vive otra familia, pero él se mantiene igual. De alguna
manera siempre supo que iba a volver.
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